Ron Howard regresó al cine en 2002 después de sus experiencias televisivas (FELICITY, 1998) con una biografía centrada en el matemático John Nash. El interés por este personaje se centraba en el mundo psicológico que lo envolvió y en sus fantasías derivadas de la esquizofrenia. Para este proyecto el director y productor contó con la actuación de Russell Crowe y Jennifer Connelly, ambos nominados por la Academia para mejor actor y mejor actriz.

En cuanto a la música Ron Howard contrató los servicios de James Horner, un compositor en horas bajas, pero con un bagaje lo suficientemente importante y reconocible. Es precisamente en películas de Ron Howard donde James Horner bordó algunas de sus obras más apreciadas: COCOON (1985), WILLOW (1988) y APOLLO 13 (1995). La temática del film se prestaba a una partitura de carácter intimista que quedó definida en el tema principal A Kaleidoscope of Mathematics. En mi opinión James Horner debería haber optado por una orquesta de cámara, pero entonces ya no hubiese sido James Horner, hablaríamos de un Hans Zimmer o de un Michael Nyman, por citar algunos ejemplos.

A BEAUTIFUL MIND no es lo mejor de James Horner, eso es evidente, ni lo más innovador. La verdad es que alguien que en un año compone cuatro partituras —además de esta, IRIS (2001), ENEMY AT THE GATES (2001) y FROM MORF TO MORPHING: THE DAWN OF DIGITAL FILMMAKING (2001)— es difícil que sea alternativo y tienda a una elaboración en cadena, usando y reusando fórmulas. En cambio, una de las características en James Horner es la creación de un tema lírico que estructure y dé agilidad a la música. Así es como el tema A Kaleidoscope of Mathematics da forma a la obra por encima de los temas secundarios, muy diluidos en A BEAUTIFUL MIND, y lo volveremos a escuchar en Creating “Governing Dynamics”, en Cracking the Russian Codes... El resto de los temas son puramente prescindibles, Nash Descends into Parcher’s World, The Car Chase, Alicia Discovers Nash’s Dark World, Real Or Imagined?, Of One Heart, of One Mind... lo que da una inevitable impresión de monotonía a la obra, pero que le sirve para describirnos el mundo oscuro de John Nash.

En A BEAUTIFUL MIND no hay sólo momentos de monotonía o lirismo, sino que James Horner consigue como nadie crear una atmósfera intimista en pistas como Saying Goodbye to Those You So Love o The Prise of One’s Life... the Prize of One’s Mind.

La pista anterior a la suite final es una canción compuesta por el mismo James Horner All Love Can Be e interpretada por Charlotte Church, algo que no es novedoso pero que demuestra una vez más la inspiración como autor de canciones para voces privilegiadas.

¿Qué nos ofrece Horner en A BEAUTIFUL MIND? Una partitura con regusto de plato precocinado que demuestra una vez más las horas bajas del compositor, aunque tiene algunos ramalazos propios de su mejor época a principios de los noventa.

Valoración:

Joan Martínez [2002-08-31]