Richard Hartley había compuesto para este film de Michael Austin un score clasicista, en la linea compositiva de autores ingleses como Patrick Doyle (SENSE AND SENSIBILITY, 1995), Rachel Portman (EMMA, 1996) o George Fenton (EVER AFTER, 1998; DANGEROUS BEAUTY, 1998).

El hecho que la historia se enmarque en 1817 hacía necesario el toque clásico y en este aspecto el sonido del clave era un elemento que marcaba la temporalidad dieciochesca y de principios del diecinueve. Al escuchar sus notas la mente viaja rápidamente a ese siglo de grandes salones de baile y palacetes de verano sustentados por una aristocracia decadentista. Es precisamente en esta imagen donde se situa la historia de Michael Austin. Princess Caraboo es la historia real de una mujer de aspecto exótico que un día es encontrada en un campo de cultivo. Su aspecto, vestida con turbante y ropas aturquesadas, denota la ascendencia oriental y su lenguaje, aunque desconocido, parece surgir de alguna realeza oriental. La misma mujer se presenta como princesa de Javasu. Toda esta historia escondía el engaño. En realidad la princesa Caraboo era hija de un zapatero que durante tres meses engañó a la aristocracia de Bristol.

El tema Girl from Javasu sirve de presentación a la impostora. Sus notas orientalizantes son pronto reprendidas en un tono más clásico que Hartley mantiene a lo largo de los treinta minutos de partitura, pasando por la inevitable danza en One of Our Finest Frocks o la inclusión del famoso Minuetto de Luigi Boccherini (1743-1805).

A pesar de ser una banda sonora muy melódica Sweet, Green Land destaca por su cadencia nostálgica enfatizada por la instrumentación de cuerda. Por otro lado cuando Hartley ensalza el sentido de comedia recurre a la instrumentación de viento y a la melodía clásica, preferentmente la estructura del minuet (Love Dance at Knole).

El final de la historia, la huída de Mary Willcocks (la princesa de Javasu) a América es introducida por el tema End Credits donde el recuerdo a la melodía del Far West es latente.

En conjunto la partitura de Hartley es muy consistente, su trama sencilla permite el lucimiento del compositor en su concepción de recrear la música para una comedia de principios del siglo diecinueve.

Nota: al escuchar el PRINCESS CARABOO de Hartley resulta casi inevitable referirse a esta obra como una de las fuentes de inspiración del LEGENDS OF THE FALL (1994) de James Horner.

Valoración:

Joan Martínez [2000-10-08]